La cita fue en La Boca, a las tres de la tarde, en La Usina. Allí, Martín Churba presentó una colección arriesgada. Inspirada en art decó -que según Martín es el movimiento estético más importante como influencia, propuso una colección diferente respecto a lo que nos tiene acostumbrados. Con coreografías desarrolladas por Ana Frenkel, el desfile buscó apoderarse del espacio para ver los movimientos desde el auditorio mediante un sistema de cámaras.
El proceso de diseño fusionó un libro de figurines de los años veinte con una selección de obras del artista argentino Pablo Siquier. A partir de eso, trabajaron un juego ligado al trompe-l'oeil (engaño al ojo), una técnica pictórica para simular arquitectura volumétrica sobre un plano. Inspirado en esos figurines dibujados sobre las prendas, un un vestido de pailletes ostentará la silueta de otro.