El martes fui convidada a deambular por el back del desfile de Prüne, y acepté. Habitualmente recorro los bastidores de uno de los eventos más importantes del calendario de la moda local, me gusta estar entre maquilladoras, me reencuentro con productoras y estilistas, converso con los fotógrafos, con los que vamos a trabajar. Pero esto era más, implicaba prestar atención, observar, comunicar desde los lugares que están vedados, en los cubículos con percheros en los que pasa todo.
La experiencia fue diferente porque pesté mucha más tención que otras veces: vi el ensayo, la lista de pasadas, los percheros dedicados a cada modelo, la adrenalina de recorrer la pasarela. Y qué pasarela: esta vez simuló una enorme placa de mármol.
No es un invierno tradicional: el color es protagonista, y resurgen el borgoña, al azul intenso, algunos marrones, verde inglés, visón y mucho negro, en texturas y brillos variados. Las carteras, el gran fetiche de la marca adquieren terminaciones que suman lujo. Se destaca el cuero croco grabado y con brillo satinado y el desarrollo del pelo liso, pero trabajado en la paleta de color (el baúl de pelo violeta es mi preferido).
Pero se destacaron los abrigos: desde el clásico tapado de leopardo hasta cuellos amplios de piel, desarrollos matelaseados, aplique de tachas en las chaquetas cortas.
Botas, botinetas y bucaneras se destacan entre el calzado. Con bucaneras
flexibles de gamuza negra y taco de glitter, botinetas croco rojas de
media
caña y borceguíes motoqueros con tachas, el iniverno de Prüne sorprendió
por la propuesta integral, que logró unir estilismo, producto y puesta
en un eje que le dio unidad a la colección. Un éxito.
Fotos: MH y cortesía Prüne.