


Allí está todo. Porque si este año de crisis se usa el fluo, o los moños enormes, o el estilo tribal, el estilo Cocó Chanel, etc, por qué gastar una fortuna en algo cuya continuidad en el guardarropa es dudosa. En un momento en el que las compras son menos impulsivas y la ecuación precio-valor-durabilidad se replantea, una marca como Complot es la solución para las que queremos divertirnos y comprar algo distinto: renovarse, probar algo nuevo, cambiar. Por eso, las perlas de Chanel cuestan alrededor de $50, o una pollera a rayas muy Cocó vale $90, o una remera $60, por ejemplo.
Las grandes agencias internacionales centradas en tendencias del consumo pronosticaron un fenómeno que llamaron "Recesión chic", que implica la necesidad del consumidor de comprar valor, y por eso la crisis marcó un regreso a las bases, a los diseños clásicos, duraderos, y a las marcas que tienen una tradición de valor.
Pero... por otro lado, los fashionistas confesos se volcaron a otra diametralmente opuesta: la moda instantánea. Por un lado, al gastar mucho dinero, hay que comprar clásicos duraderos y de calidad, de firmas reconocidas, pero para comprar lo último en tendencia, sabiendo que muere en 6 meses o un año, hay que gastar poco, y es entonces cuando estas marcas reviven, se hacen más fuertes.
Me encanta ir a Complot, siempre me dan ganas de comprar, aunque hay que saber combinarlo con prendas de otras marcas.



En fin, después de esta especie de editorial, llega el evento: Complot presentó su colección en el local de Palermo, con una fiesta mexicana (muchos nachos, tacos y tequila) y una piñata (repleta de caramelos). Una vez más, cantó Anita Álvarez de Toledo, y se paseó por el lugar Leticia Bredice con una camperita de esta temporada, de cuero con tachas en la solapa.
La nena que paseaba por allí con su chupetín es la hija de la dueña, Romina, y la protagonista de la campaña de Mini Complot, la línea que desarrollan para chicos.






