El segundo día visitamos Le Locle, un pueblo de 1200 habitantes ubicado en La Chaux-de-Fonds, a dos horas de Ginebra (perdón la foto, es que la saqué desde el micro).
Recorrimos la manufactura de relojes Renaud Papi Audemars Piguet para ver el proceso de ensamblado de mecanismos de altísima precisión. Se trata de un lugar en el que relojeros, ingenieros y diseñadores desarrollan los movimientos más innovadores de la relojería mundial. ¿Qué hacen? Es un laboratorio de ideas para, muy rudimentariamente hablando, crear las funciones que va a tener el reloj (si el reloj tiene función de segundos, calendario perpetuo, o es un reloj de sonería –que emite un sonido de alarma- y organizan, de la manera más estética y funcional, la forma en que las piezas van a interactuar entre sí dentro de la caja del reloj. Es decir, que diseñan las máquinas que los relojes llevan dentro, y llegan a crear estructuras que reúnen casi 650 piezas (algunas apenas pueden verse sin microscopio) dentro de la caja de un reloj pulsera. Estos relojes pueden llegar a costar 800 mil dólares (sí, sí, leyeron bien) y pueden pesar hasta 560 grs.
Les muestro un poco de lo que pasa allí dentro porque me parece muy interesante: los relojeros trabajan con luz del día para no forzar la vista, visten guardapolvos y zuecos que solo pueden usar en el interior del taller (para no arrastrar polvo del exterior, de hecho los mecanismos están siempre cubiertos para que no les entre polvo), y con lupas y microscopios, ya que trabajan a mano (cualquier herramienta o pinza podría defomar las piezas.Ante todo tengo que aclarar que son relojes de lujo, que arrancan en 12.000 dólares y pueden llegar a costar 800.000 o un millón, como les dije, en el caso de encargos personalizados. En el caso de los mecanismos de alta complicación (los relojes más sofisticados, con mas funciones), un relojero puede demorar hasta 4 meses en hacer un solo reloj: hay tornillos que a simple vista se ven como puntos negros, y que miden 35 micrones (un micrón equivale a una milésima de milímetro). Así que la visita fue super interesante, porque es un oficio que se sigue desarrollando prácticamente como en sus inicios, en el siglo XXVII.
Al mediodía, fuimos a comer a un restaurante en la campiña: Le ferme des Brandt. Se trata de una casa de familia creada en 1614, un espacio que funcionaba como granja en verano, y en invierno, ya que nevaba y la gente debía permanecer puertas adentro durante 6 meses, los hombres se dedicaban a la relojería, o a la manufactura de piezas que luego vendían a los relojeros de Ginebra. En este cuarto, frente a la ventana, para tener luz natural (en esa época solo tenían lámparas de aceite), pasaban horas cortando, y dándole forma al metal y ensamblando las piezas. Este es el lugar real en el que se desarrollaba el oficio.Dentro de lo que fue la chimenea de la casa (sus dueños dicen que es la chimenea más grande de toda Suiza), hicieron un restaurante que ofrece especialidades de la gastronomía local, pero de estilo campestre. En la carta había platos de mollejas, de magret de pato, trufas blancas y negras, foi gras (hígado de pato), y cerdo a la cerveza, entre otras especialidades de la zona.En este caso, y para justificar esta info que no se si les suma demasiado, les muestro mi outfit: la campera de cuero la compré en un local que se llama Milla, es un showroom cerca del Alto Palermo, me hicieron un descuento importante por pagar en efectivo, y para ser una campera de cuero de calidad, no la pagué nada cara (si quieren me consultan y les paso el dato). Es una fábrica que hace cosas para muchas de las primeras marcas de shopping, que obviamente después lo remarcan.
Mi jean chupin es de Wanama y las texanas de Viamo que ya conocen.El pañuelo es viejo y muuuuy fluo, lo compré hace bastante en H&M, en un viaje.
Esa tarde, nos trasladamos a otro pequeño pueblo, Le Brassus. Pero eso les cuento después (porque nevó muchísimo).
Fotos: www.modahypeada.blogspot.com