María Cher y el 4to encuentro Mujeres que Inspiran convirtieron al auditorio en un semillero de cambio

Fue intenso: lagrimeamos, cantamos, pero por sobre todas las cosas, conectamos. Con otras realidades, con otras mujeres, con situaciones que escapan a los pequeños problemas que tenemos cotidianamente. Así fue Mujeres que inspiran, el encuentro organizado por María Cher en el Sheraton. La sala era enorme, y aún así, estaba llena. Y porque todas las que estuvimos fuimos las protagonistas, decidí que la foto que ilustrara en encuentro fuera nuestra. Lo merecemos.
 María y Carla son amigas hace tiempo, y tal vez por eso, la introducción fue perfecta. Después, le dejaron lugar a las cuatro oradoras de la noche.
En el inicio, Inés Saavedra: "Creo que el arte cura".
Inés subió al escenario como un torbellino: histriónica, filosa, emocionada, recitó, nos recordó los versos de los grandes poetas argentinos (para mi, que estudié Letras, fue especialmente encantadora). Mamá de tres, trabaja día a día con el arte como agente transformador social en la fundación Crear Vale la pena.
Entre versos de Fernando Pessoa, Oliverio Girondo, Juan Helio Ortíz y Silvina Ocampo, propuso volver a la riqueza del lenguaje: "Tengamos palabras, metáforas. Vivimos en una época de una literalidad caníbal, enfermiza. Seamos ricos con las palabras".

Coqueta con sus plataformas, llegó Silvia Flores, directora de la Cooperativa La Juanita, de La Matanza: "Los únicos límites que existen son los que vos te inventás".
Silvia trabaja en una panadería que formaron en el barrio con mucho esfuerzo y que vende con precios sociales, justos. El que puede más, paga más y subvenciona el precio de los que tienen pueden menos. 
"No quiero inspirarlas, como soy piquetera quiero venir a exigirles que se levanten y salgan a comerse el mundo. Nosotros pudimos hacer esto porque alguien nos miró como semejantes. Y son muchos los que están buscando una oportunidad para estar mejor", alento a un auditorio emocionado.

Fernanda Gil Lozano, política, historiadora, ex diputada y feminista. "Podemos querer a otros cuando nos queremos a nosotras mismas. Nos tenemos que querernos más, chicas. Y tenemos que perdonarnos. La culpa no sirve, la responsabilidad, sí. Hay que tranquilizar el alma".
Recorrió el impacto de las mujeres en la historia Agentina y llamó a la acción, a la responsabilidad civil, a la conciencia, nos convocó a escribir la historia.

Por último, Stella Maris Maruso, tanatóloga, que trabaja con enfermos de enfermedades severas y con familiares de enfermos. "Todos podemos salir fortalecidos de una circunstancia adversa si el dolor puede ser resignificado".
Habló de la resilencia, la posibilidad bioquímica que tiene el cuerpo humano de lograr la paz y de verse fortalecido de las crisis. "Creo que venimos a la vida para aprender a amar, a dejar un mundo mejor y a ser cada vez un mejor ser humano", ensayó.
Dijo que la desesperanza era la peor enfermedad y que "La inteligencia emocional es la que permite atravesar el dolor para mantener la vida". Un llamado a valorar lo que tenemos, a construir lo que deseamos ser y a saber que el cuerpo es muy poderoso, y que la esperanza mueve montañas.
Después de estas cuatro mujeres hermosas, inteligentes y valientes, nos fuimos envalentonadas, energéticas y alegres. Yo, con muchas ganas de leer el libro publicado por la dupla generadora de esta alianza: Carla Czudnowsky y María Cherñajovsky, que ya tengo en la mesa de luz, que cuenta con el testimonio de Estela de Carlotto, Adriana Varela, Alessandra Rampolla, Marta Dillon y Diana Maffia, entre otras. Pronto, se viene otro post con la reseña de ese libro.